La seguridad ciudadana es un bien público coproducido con la participación de la sociedad civil y la responsabilización de actores estatales que habilita modos de convivencia democráticos para reducir los riesgos, los temores y los daños de manera efectiva y sostenible, aplicando de manera transversal los enfoques de derechos humanos, género e interculturalidad.
México se encuentra atrapado en un círculo vicioso. Las crisis de violencias, delincuencia y violaciones graves a los Derechos Humanos son enfrentadas con una política de seguridad pública principalmente enfocada en el uso de la fuerza, la intervención militar y la prisión que solo prolonga dichas crisis.
El país no ha transitado hacia un paradigma de seguridad ciudadana, debido a la persistencia de los siguientes nudos estratégicos:
Bajo tal contexto, se construye un fenómeno estructural que produce un daño extraordinario: la disponibilidad para propósitos ilegítimos e ilegales de las políticas e instituciones de la seguridad. Su imposible reforma democrática las ha reducido a una condición de tal debilidad que pueden ser manipuladas por parte de actores oficiales, representantes de la sociedad misma y por organizaciones delictivas.
Al no haber controles democráticos robustos, la seguridad es instrumentalizada como medio de control político y social que garantiza la impunidad para élites públicas y privadas. Esta disponibilidad ayuda a entender la descomposición sistémica que coloca amplios segmentos de las instituciones de seguridad vinculados a tres fenómenos caracterizados desde la investigación académica: la zona gris de vinculación a la delincuencia organizada, la gobernanza criminal y la macro criminalidad.
Alternativas para la reconstrucción política, institucional y social:
Prolongación Paseo de Reforma 880, Lomas de Santa Fe, México, C.P. 01219, Ciudad de México.
Tel. +52 (55) 5950-4000 y 9177-4400. Lada nacional sin costo: 01 800 627-7615.
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