Los policías generalmente son vistos implícitamente desde el punto de la Institución y no los vemos a ellos y ellas. Con el proceso de militarización exacerbado que se ha estado llevando a cabo en los últimos años, los policías han quedado abandonados. Nos quejamos de la creciente inseguridad la cual se encuentra más que instalada en el país desde hace mucho tiempo. El problema de la inseguridad, todos sabemos que es muy complejo, pero, cualquier camino que se adopte, si se aspira a un mínimo de seriedad y eficacia, no puede quedar fuera el fortalecimiento de las policías, cuyos miembros arriesgan su vida todos los días a cambio de un sueldo miserable y malos tratos.
Condiciones laborales
El problema con nuestros policías no es ningún secreto y se refleja en las condiciones en que viven y trabajan. Causa en Común lo demuestra en su encuesta “¿Qué piensa la policía?”, en la que son ellos los que nos recuerdan que no existe ningún tipo de desarrollo en las corporaciones policiales, sino que más bien se trata de una lucha diaria de supervivencia. Una lucha por trabajar en medio de carencias, corrupción, abandono y desprotección. Las corporaciones se encuentran en el olvido, en un agujero negro en el que, en lugar de valoración y respeto, reciben desprecio, no sólo en ocasiones al interior de su institución, sino también afuera.
Desde luego, no todas las corporaciones son iguales, pero la encuesta pone en evidencia que más del 80% de los policías estatales ganan menos de 15 mil pesos al mes y que el 60% considera que son discriminados por la sociedad. Pero ahí no acaba la historia porque, además de recibir sueldos muy bajos, grandes porcentajes tienen que comprar sus uniformes, botas, balas y sus chalecos.
Los policías tampoco cuentan con carrera policial. En 2018, a través de un estudio denominado “INDEPOL” (Índice de Desarrollo Policial), realizado también por Causa en Común, se evidenció que ninguna corporación policial contaba con mecanismos que les permita cumplir con lo que les exige la ley, ni prepararse para enfrentar las exigencias que todos les hacemos, y la violencia criminal que, diga lo que diga el gobierno, es cada vez peor. En ese estudio se muestra que no hay instalaciones adecuadas, que no hay equipamiento suficiente y que la capacitación es muy deficiente.
Además, no se realizan los exámenes de control de confianza como debieran, por lo que muchos de nuestros policías no cuentan con ese requisito que exige la ley. Estos resultados demuestran que existe un abandono crónico de nuestras policías, por lo que deben sobrevivir en un entorno corrupto, que no sólo no las valora, sino que las desprecia y las maltrata.
Las percepciones
Con esto surge la siguiente pregunta: ¿Así quién va a querer jugarse la vida? Aun así, la encuesta ‘¿Qué piensa la policía?’ revela que muchos de nuestros policías lo son por vocación; es decir, que aún en estas condiciones, aceptan arriesgar su vida para protegernos. Sobre este tema, Causa en Común también encabeza un esfuerzo de activistas y periodistas para al menos llevar un conteo de los policías asesinados en nuestro país. Fue necesario porque, aunque parezca increíble, no existe una base de datos oficial sobre policías asesinados, en un país en el que matan, en promedio, a más de un policía todos los días. En lo que va del año, han asesinado a al menos 403 policías en todo el país. Y algo que duele de todo esto es que no nos importa, porque las vidas de los policías tristemente no nos importan. Tenemos la costumbre de ponerle valor a la vida; es decir, nos ponemos un precio entre nosotros. Un estudiante de una universidad privada importa más que un delincuente o incluso que un policía.
No es difícil darnos cuenta de que nuestros gobiernos y nuestra sociedad han sido hipócritas aplicando una doble moral cuando hablamos de policías e inseguridad. Es decir, se exige seguridad, pero se desprecia a quienes deben arriesgar su vida para dárnosla. No es ningún secreto que la vida de los policías en México está repleta de complicaciones. Podremos pensar que por el simple hecho de formar parte de corporaciones que se dedican a realizar labores de seguridad están mucho más seguros que nosotros. Esto está lejos de ser cierto pues no hay que olvidar que un policía es como nosotros, un ciudadano que quiere estar seguro y en paz como cualquier otro. Sin embargo, la policía se encuentra en una posición extremadamente delicada y denigrante, ya que parece que nadie busca reconocer lo que estos ciudadanos hacen o intentan hacer día tras día: arriesgar su vida por nosotros a cambio de muy poco.
El policía es sin duda alguna un ser incomprendido que está apartado del resto policial. Esto nos habla de que existe una cultura policial, la cual está regida por diferentes reglas y costumbres. Esto por lo tanto nos habla de que están marginados debido precisamente a que son diferentes. Nadie los escucha, es como si no tuvieran voz, como si sus vidas no importaran. Se ven obligados a adentrarse en un mundo de muerte y desamparo. Nadie nunca se preocupa por verlos como víctimas, sino que más bien como agresores.
El desamparo
Los policías siempre se van a encontrar en una posición desprotegida. Ellos se lanzan a un abismo de oscuridad y rudeza mientras que nosotros los juzgamos y los hacemos menos. Pese a cualquier circunstancia, un policía siempre va a tener una vida difícil debido al peligro en el que se adentran como parte de su profesión. Por eso, hay que dejar de creer que todo está bien como en los cuentos. Un policía no deja de ser policía a las 12 de la noche, así como el presidente no deja de ser presidente cada vez que las campanadas de medianoche resuenan. Dejemos de creer que nunca pasa nada y que a los policías nunca les va suceder nada. Dejemos de deshumanizar a los policías y comencemos a dignificar y modificar las condiciones laborales en las cuales ejercen su cargo. Hay que reconocer también que la corrupción existe en las corporaciones policiales. Pero, por las condiciones en las que trabajan, la corrupción se vuelve inevitable. Por lo tanto, se crea un círculo vicioso en el cual, además de ser juzgados y maltratados, el presupuesto es extremadamente insuficiente y, por ende, no les queda otra opción más que seguir trabajando bajo esquemas corruptos.
Hoy en día, podemos decir que los policías han sido relegados tanto por los gobiernos como por la sociedad. Podemos aludir a la militarización ya que esta está avanzando a costa de las policías. En consecuencia, no nos interesamos por ellos y, por ende, el sistema podrido bajo el cual trabajan no se termina. Da igual si el policía o ex-policía esté en funciones o no. Nunca va a estar protegido y, mucho menos, en este mundo oscuro en donde la muerte, los disparos, la inseguridad y la militarización reinan por sobre todas las cosas. Salgamos de la burbuja rosa en la cual nos encontramos y comencemos a mirarlos.
Conclusiones
Deberíamos exigirles a los responsables en los gobiernos de que las cosas estén tan mal: el presidente, el secretario federal de seguridad, los gobernadores y los alcaldes. Es a ellos a quienes les toca asegurar que haya presupuesto y que se gaste bien. Para eso nos pidieron su voto, ¿no? No se necesita ser un experto en nada, para saber que, si no somos capaces de exigir a nuestros gobiernos que cumplan con sus responsabilidades, empezando por la de combatir a los criminales y darnos seguridad, éstos continuarán tan tranquilos; a veces tan sonrientes, mientras se agrava la violencia.
Tampoco se necesita ser experto para saber que, si queremos policías de primer nivel, es indispensable que éstos reciban un salario y prestaciones dignas, equipamiento y, sobre todo, respeto y empatía. Desde luego que hay que castigar a los policías que cometan abusos, pero nos debería avergonzar como país que los tratemos a todos como criminales.
Un policía vale como cualquier otra persona profesionista y por lo tanto, deben ser tratados con todo el respeto del mundo. Aunque es cierto que en su historia los policías no siempre han sido tan maltratados, tampoco es mentira que su figura ha estado dejada de lado y ha ido construyéndose en base a un sistema corrupto e ilegal. Sus funciones son poco claras, su presupuesto es deprimente y su trato es deplorable. ¿Cómo fue que pasamos de regalarles refrigeradores y darles reconocimientos y estar en concursos en Estados Unidos a ser tratados como si fueran criminales o hasta basura? La historia de la policía nos ha revelado como poco a poco han sido abandonados para entrar en un marco de guerra. Con la instalación de las Fuerzas Armadas en las calles realizando tareas de seguridad pública, los policías están cayendo en un abismo de olvido. La historia es peligrosa, ya que puedes elegir qué cambiar, qué recordar y qué olvidar. Por eso, hay que empezar a mirar a los policías.